Francisco de Quevedo

FRANCISCO DE QUEVEDO

Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (Madrid, 14 de septiembre de 15801​-Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 8 de septiembre de 1645), conocido como Francisco de Quevedo, fue un escritor español del Siglo de Oro. Se trata de uno de los autores más destacados de la historia de la literatura española y es conocido especialmente por su obra poética, aunque también escribió narrativa y teatro, y diversos opúsculos filosóficos, políticos, morales, ascéticos, humanísticos e históricos.

 

Temas y obras

  • Poemas amorosos: Quevedo cultivó una poesía de corte petrarquista de lenguaje conceptual, con empleo de paradojas y siguiendo la línea del amor cortés y la poesía del Cancionero. En este grupo se encuentra el famoso soneto, «Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra…»:

Es hielo abrasador, es fuego helado,

es herida, que duele y no se siente,

es un soñado bien, un mal presente,

es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido, que nos da cuidado,

un cobarde, con nombre de valiente,

un andar solitario entre la gente,

un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,

que dura hasta el postrero paroxismo,

enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:

mirad cuál amistad tendrá con nada,

el que en todo es contrario de sí mismo.

 

 

  • Poesía satírica y burlesca: Quevedo abordó la sátira social en diversas composiciones (sonetos, romances y letrillas). Sus mordaces ataques se dirigen a médicos, viejas que con cosméticos aparentan ser jóvenes, boticarios, pasteleros… Para todos tiene una crítica burlona y satírica. Y archiconocida fue su enemistad con otro gran poeta del momento, Luis de Góngora al que dirigió las siguientes lindezas poéticas:

Érase un hombre a una nariz pegado,

Érase una nariz superlativa,

Érase una alquitara medio viva,

Érase un peje espada mal barbado;

Era un reloj de sol mal encarado.

Érase un elefante boca arriba,

Érase una nariz sayón y escriba,

Un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera,

Érase una pirámide de Egito,

Los doce tribus de narices era;

Érase un naricísimo infinito,

Frisón archinariz, caratulera,

Sabañón garrafal morado y frito.

A UN HOMBRE DE GRAN NARIZ

 

También Quevedo se burlará de los mitos clásicos, parodiando el famoso mito de Apolo y Dafne que el caballero Garcilaso de la Vega nos ofreciera con sus versos suaves y armónicos: «A Dafne ya los brazos le crecían».

Bermejazo platero de las cumbres,

a cuya luz se espulga la canalla

la ninfa Dafne, que se afufa y calla,

si la quieres gozar, paga y no alumbres.

Si quieres ahorrar de pesadumbres,

ojo del cielo, trata de compralla:

en confites gastó Marte la malla,

y la espada en pasteles y en azumbres.

Volvióse en bolsa Júpiter severo;

levantóse las faldas la doncella

por recogerle en lluvia de dinero.

 

Astucia fue de alguna dueña estrella,

que de estrella sin dueña no lo infiero:

Febo, pues eres Sol, sírvete de ella.

Otro poema de tono paródico muy conocido de Quevedo es la letrilla «Poderoso caballero es don dinero», un poema en el que el autor juega con la ironía y los dobles sentidos, un tema que ya trató el Arcipreste de Hita y que sigue teniendo plena vigencia en los tiempos actuales.

 

 

  • Poemas metafísicos y morales. Los poemas quevedescos de contenido filosófico en los que se plantean los más graves problemas de la existencia humana: el tempus fugit, el desengaño vital, la muerte, la caducidad de los bienes materiales…

 

«¡Ah de la vida!»… ¿Nadie me responde?

¡Aquí de los antaños que he vivido!

La Fortuna mis tiempos ha mordido;

las Horas mi locura las esconde.

¡Que sin poder saber cómo ni adónde

la Salud y la Edad se hayan huido!

Falta la vida, asiste lo vivido,

y no hay calamidad que no me ronde.

Ayer se fue; Mañana no ha llegado;

Hoy se está yendo sin parar un punto:

soy un fue, y un será, y un es cansado.

En el Hoy y Mañana y Ayer, junto

pañales y mortaja, y he quedado

presentes sucesiones de difunto.

  • Otras variedades. Vinculada a momentos de crisis espiritual se encuentra su poesía religiosa, reunida en parte por el autor bajo el título Heráclito cristiano. Quevedo es también autor de una poesía heroica escrita a raíz de circunstancias sociales concretas: panegírico de personajes ilustres, epitafios, etc.

poesia religiosa quevedo

Estilo

La obra de Quevedo destaca por su originalidad, no sólo en los temas sino también en el uso de la lengua. Fue el máximo exponente del estilo conceptista.

Es de destacar en relación con su manejo de los recursos literarios el empleo de metáforas originales, bien con una finalidad embellecedora o degradante. También llama la atención el uso inusual que hace de los tipos de palabras. Así utiliza por ejemplo verbos con valor sustantivo y sentido diferente del original. Recurre también frecuentemente a los juegos de palabras a través de la hipérbole, la antítesis, paradojas y polisemias.